Estamos a las puertas de un nuevo curso escolar, eso sí, con una incertidumbre muy marcada por la COVID-19. Pero de cualquier manera los libros de texto siguen existiendo. No se han extinguido, y para poder redactarlos y corregirlos, es necesario conocer unas características para que el lector y el alumno se sientan cómodos ante el libro, que no abandonen la lección y aprendan. A continuación, os muestro algunas peculiaridades que es bueno tenerlas en cuenta ante este tipo de publicaciones para saber cómo se corrige un libro de texto.
I. ¿Qué características deben tener los libros de texto?
Generalmente, estas publicaciones son fáciles de corregir debido a su construcción. Los libros de Historia, por ejemplo, no son grandes cajas de texto, y se articulan con otros resúmenes o esquemas en las páginas. En estos textos, hay varios objetivos para saber cómo se corrige un libro de texto:
1.- Tienen que ser expositivos, ya que le presentan al alumno una fracción de realidad.
2.- Tienen que ser didácticos; es decir, no solo deben mostrar la realidad, sino también ser convincentes y razonados.
3.- Tienen que ser argumentativos. Esto es fácil, si no se argumentan, el alumno no percibirá los contenidos como si fueran objetivos, sino como una postura subjetiva del autor.
4.- Tienen que ser amenos. Principalmente para que el alumno no se duerma. Deben ser entretenidos, así el lector podrá seguir con la lectura sin pararse apenas.
II. El libro de texto debe ser comprensible
Hay que tener en cuenta que el libro de texto no solo es para el alumno, sino también para el profesor. Estos deben servir para ambos y para que se consiga un aprendizaje efectivo. Por ello, los libros de texto deben ser comprensibles. Sin embargo, esto nos lleva a hacernos una pregunta, ¿qué hace que un texto sea más comprensible?
Tenemos que valorar el gran número de deducciones que podría hacer el lector sobre el temario. La información que se escribe es concisa y no entra todo, por supuesto; por ello, hay que contar con que esa información sea lo suficientemente relevante para el alumno. Por ejemplo, ¿qué seis frases introductorias pondríais para explicar la II Guerra Mundial?
Supuestamente, todos los textos educativos juegan con el universo mental del receptor y se adaptan a él según la edad o el curso escolar en el que esté matriculado. Todo ello con un único fin: que progrese y aprenda en el estudio. Para ello, hay que tener un perfecto equilibrio entre información explícita e información implícita.
III. Se deben integrar los textos
Lo primero que hay ver sobre cómo corregir un libro de texto es atender a su composición. Los textos se suelen hacer generalmente por la agregación de contenidos, un contenido que está diseminado en páginas. Por lo tanto, el corrector de estilo debe integrar todas esas partes que, en un principio, son independientes y que tratan el mismo tema pero desde distintas perspectivas: ladillos, cuadros sinópticos, resúmenes y bloques de texto en general.
III. ¿Cómo se hace más comprensible un texto educativo?
- –Repetir los términos esenciales para que queden claros los conceptos que debe retener el alumno. Pero, ¡cuidado!, esta repetición no puede ser cansina.
- –Incrementar las relaciones entre distintos contenidos para que todo el texto se vea como un todo.
- -Tener presente el orden de las frases para que el lector encuentre antes lo más importante. Por ejemplo, en la frase «La peste asoló Europa en 1347» no se incide en lo mismo que en la siguiente: «En 1347 la peste asoló Europa».
IV. ¿Qué aspectos lingüísticos hay que corregir?
- Frases cortas y sintéticas → Aunque este aspecto se adapta a la edad y a la capacidad comprensora del alumno. No es lo mismo un estudiante de 8 años que uno de 14.
- Sujeto+verbo+complementos → Esta es la estructura oracional propia del español, pero no siempre se tiene que cumplir, ya que si no sería un texto muy telegráfico y cansino, pero sí hay que tener cuidado de no darle la vuelta para que ciertas estructuras se vean forzadas.
- Formas verbales simples → Tiene que haber un predominio de las formas verbales simples frente a los tiempos compuestos. ¿Qué conseguimos con ello? Que los contenidos sean más claros. También se prefieren los tiempos en presente, generalmente el histórico, (por ejemplo: «Juana la Loca nace en 1479», en vez de «Juana la Loca nació en 1479»).
- Sobre el imperativo → Este sirve para dirigirse al lector en los ejercicios («Resuelve las siguientes ecuaciones»).
- Resúmenes → Tantos los resúmenes como los esquemas son muy útiles.
- Léxico → Este debe ser cercano, accesible y académico. En niveles educativos bajos, se prescinde de neologismos que no aparecen en el diccionario; de esta manera, el alumno puede consultar el significado de todas las palabras que quiera. ¿Qué ocurre en cursos más avanzados? Pues que fácilmente podemos encontrarnos neologismos, tecnicismos o extranjerismos.
- Ambigüedades → Hay que huir de ellas, ya que no debe haber lugar a equívocos. Toda la información en un texto educativo debe ser relevante.
- Equilibrio → Para fomentar la lectura, es necesario un equilibrio interno, así los textos muy densos no se harán cansados.
Como veis, corregir un libro de texto también tiene sus normas. No es escribir por escribir y que la información fluya sin más. Depende mucho de la edad, el contexto educativo o el curso del alumno. Seguro que ahora, cuando cojáis un libro de texto, lo miraréis desde otro punto de vista, más acorde con nuestra labor de correctores.